La curiosa historia del queso de queso

El queso de queso, esa deliciosa y peculiar golosina, tiene una historia más fascinante de lo que podrías imaginar. Aunque su nombre pueda sugerir un queso hecho con queso, en realidad es un postre completamente diferente, con raíces que se remontan al siglo XIX.

Su origen se encuentra en los Estados Unidos, concretamente en el estado de Wisconsin. La leyenda cuenta que un joven pastelero llamado James Kraft, buscando una forma de utilizar las sobras de queso cheddar, tuvo una revelación. Inspirado por la textura y el sabor del queso derretido, creó un nuevo postre que rápidamente se convirtió en un éxito local.

La receta original consistía simplemente en queso cheddar derretido con azúcar y mantequilla, formando una masa cremosa que luego se enfriaba y se cortaba en cubos. Sin embargo, con el paso de los años, la receta se fue modificando, añadiéndose ingredientes como el jarabe de maíz, la vainilla y el colorante alimentario.

El queso de queso se convirtió en un símbolo de la cultura americana, apareciendo en eventos deportivos, picnics familiares y celebraciones de todo tipo. Su popularidad se extendió a nivel internacional, y hoy en día se puede encontrar en países de todo el mundo, con diferentes variaciones y sabores.

Desde la versión clásica hasta las más innovadoras, como el queso de queso con sabor a fruta o con chocolate, el queso de queso sigue cautivando paladares de todas las edades. Su textura suave, su sabor ligeramente dulce y su capacidad de adaptación a diferentes recetas lo convierten en un postre versátil y atemporal.

Si bien su origen no está directamente ligado al queso, el queso de queso sigue manteniendo una relación especial con el mundo del queso. Su historia es una muestra de la creatividad culinaria humana, la búsqueda de nuevas texturas y sabores, y la capacidad de transformar ingredientes simples en un postre inolvidable.